CAPITULO 2
JUVENTUD
La madre de mi bisabuelo Carlos estaba triste y preocupada esa mañana. Carlos intentaba calmarla: - “Madre no se preocupe algún día tenía que dejar la escuela”. Mi bisabuelo pensaba que esa frase no la iba a tranquilizar demasiado y sin embargo observó cómo su madre cogía un pañuelo y sonreía mientras se secaba las lágrimas. “Gracias hijo”, le dijo su madre, “pero no lloro por eso. Estoy segura de que te va a ir muy bien en la ebanistería porque siempre has sido muy habilidoso y Don Eusebio y Don Jacinto son muy buenas personas”.Eusebio Andrés y Jacinto Otero eran los dueños de una pequeña ebanistería cerca de la plaza mayor de Torrelavega. Decían que habían fabricado un sifonier para la habitación de la reina Victoria Eugenia, pero lo que es seguro es que era sin duda la mejor ebanistería de Torrelavega. “Estoy preocupada porque me han dicho en el mercado que el asesinato de no séqué príncipe húngaro austriaco está generando una guerra mundial y cómo entremos en ella, no séqué va a ser de nosotros”. La incertidumbre de la primera guerra mundial en los países próximos preocupaba a las familias en esos años y temían que España se involucrase. Con la pobreza que padecían lo que menos les hacía falta era una guerra.
Afortunadamente
los miedos de Benicia eran infundados y a pesar de las incomodidades de la
época mi bisabuelo tuvo una juventud feliz. No tuvo grandes lujos pero aprendió
a disfrutar de la vida y de la compañía de los amigos que le rodeaban.
Carlos
fue al colegio y fue un chaval aplicado pero la necesidad de llevar dinero a
casa hizo que abandonase pronto las clases. En aquella época existía en
Torrelavega una escuela de artes y oficios que habían inaugurado en 1892 y que
tenía muy buena fama. A esta escuela asistieron muchos de sus compañeros de
colegio, entre ellos, los hermanos Cortabitarte. Estos eran dos hermanos
gemelos que luego se convertirían en los dueños de una de las mejores pastelerías
de Torrelavega pero que no se llevaban muy bien entre ellos. A mi bisabuelo le
hacía mucha gracia que, siendo hermanos gemelos, cada uno se sentaba a comer en
una mesa diferente dela cantina de la estación y como no se
hablaban entre ellos utilizaban al camarero de mensajero. “Camarero, le puede
decir por favor a mi hermano que me pase el periódico cuando acabe de leerlo”
El
caso es que a Carlos le hubiera gustado poder asistir a esa escuela de artes y
oficios, pero era un sueño que no se podía permitir. De la escuela obtuvo lo
principal que se podría esperar en esa época, ser capaz de leer y escribir, y
sobre todo un gran interés por los números y las matemáticas, además de muchos
amigos que conservaría el resto de su vida. También el colegio le inculco la
costumbre de estar bien informado. Siempre recordaba la mañana que el padre
Nicanor entró en clase con un periódico en la mano. “Se ha hundido el Titanic!”
“Casi 2,000 muertos” Y toda la clase a su alrededor escuchó la terrible noticia
como si les estuviesen leyendo la mejor de las novelas. Años después no se
perdía “el parte”, como llamaba él a las noticas de la televisión, aunque nunca
una noticia le impacto tanto como el hundimiento del mayor barco jamás
construido.
Tras
acabar la primaria sus padres consiguieron que Don Eusebiole aceptase como
oficial en su empresa. Es cierto que Don Eusebioera un buen hombre pero Carlos
tuvo que trabajar 12 horas al día, sábados incluidos, para demostrarle a su
jefe que valía para el puesto y así poder ganar unas pocas pesetas. Un día que
era el cumpleaños de su madre Carlos quería no salir muy tarde para poder
acercarse al mercado a comprar unas flores. A última hora las floristas bajaban
el precio de los ramos que no habían vendido ya que de otra forma tendrían que
volverse con ellos a casa. A su madre le gustaba poder adornar el salón con
unas flores pero no era lo habitual ya que eran un gasto másque no se podían
permitir. Cuando Carlos ese día le dijo a su jefe: - “Don Eusebio me voy que me
espera mi madre para cenar y ya son lasnueve”. Don Eusebio le contestó: - “¡Pero
si no has barrido! Ya sabes que hasta que no hayas barrido no puedes ir para
casa”. Si, Don Eusebio como decía su madre, era muy buena persona pero no
perdonaba una. Y por supuesto que no podía irse sin terminar su tarea.¡Ay! eso
era lo peor barrer al acabar, pero la verdad es que Carlos barría a gusto. Sin
pensar en la miseria que le iban a pagar, ni en que su madre podía quedarse sin
regalo de cumpleaños, sino en todo lo que había aprendido ese día. Sabía que
para él esa era su escuela y tenía que aprovecharla al máximo. También solía
hacer el cuento de la lechera en su cabeza pensando en que algún día gracias a
todo el conocimiento que estaba adquiriendo en todo lo relativo a la madera, el
montaría su propia ebanistería y ganaría mucho dinero. Ese trabajo le había
hecho darse cuenta de que le encantaba la ebanistería. Esos pequeños trabajos
de diseño para hacer que el respaldo de una silla estuviera recto o que una
cama no cojeara. Y lo bien que se sentía cada vez que terminaba de fabricar
algún mueble. Tenía la sensación reconfortante de que era una obra suya. Cada
silla, mesa, cama, mesita… que hacía siempre llevaba un pequeño detalle suyo
que se ingeniaba para colocar.
Las
horas que sacaba de tiempo libre las dedicaba también a fabricar sus propias
invenciones. En menos de un año que llevaba trabajando había aprendido lo
suficiente para poder añadir al comedor de su casa seis sillas y una mesa, eran
muy sencillas pero robustas y muy bien hechas.
Además
de este trabajo en la ebanistería, los primeros y terceros domingos de cada mes
Carlos y su padre aprovechaban para pasear por allí con el organillo. Vendían
churros y bacalao para ganar algo más de dinero. Lo mismo ocurría durante el
verano y en las fiestas del pueblo. Un día que era la fiesta de la Patrona de
Torrelavega, un quince de agosto, después de comer, Carlos había quedado con su
padre para ir a vender los churros en la feria. Su padre había ido a buscar el
organillo y mientras él se tenía que encargar de coger todo el material para
llevar los churros. Sin embargo cuando iba de camino vio que estaban todos los
chavales subiéndose a la cucaña, un palo engrasado por el que tenía que trepar
y conseguir llegar hasta arriba para retirar un pañuelo que estaba enganchado
en lo alto. Se le olvidaron sus obligaciones y se puso a la cola para subir a
la cucaña. Cuando le llegó el turno se lanzó como un mono para arriba y debía
ser que acostumbrado a andar descalzo tenía las plantas de los pies adaptadas a
todo tipo de terrenos y llegó hasta arriba en un periquete, cogió el pañuelo y
bajo resbalándose por el palo gritando como un loco con la mano alzada moviendo
el pañuelo. Todo el mundo lo aplaudía y vitoreaba su nombre. Él pensaba en lo
contenta que se iba a poner su madre cuando le llevase a casa el jamón que
acababa de ganar. Les iba a dar para comer unos cuantos días. Su padre al verlo
llegar tarde no se enfadó con él porque sabía que era un crio y además de
trabajar también necesitaba pasárselo bien algunas veces. Y también porque ese
día había conseguido más de lo que probablemente ganasen trabajando toda la
tarde.
Otra
de las actividades que le encantaba hacer en las fiestas era tirar de una
especie de piñatas que colocaban colgadas de un palo en lo alto, en realidad
eran unos cubos, unos estaban rellenos con agua y otros con caramelos. Siempre
salía de allí con muchos dulces y caramelos pero también se solía ir con
indicios de alguno de sus intentos.
Otro
aliciente de las fiestas era la feria de ganado que se celebraba en Torrelavega
todos los años. Era la más importante de la región y venía gente de las
provincias vecinas a comprar vacas. Esos días se movía mucho dinero en el
mercado porque la gente venía con todos sus ahorros para comprar reses para sus
ganaderías. Se vendían muchos churros y mucho bacalao frito. Carlos disfrutaba
de lo lindo esos días hablando con todo el mundo y aprendiendo todo lo relativo
al ganado y especialmente a los increíbles toros que había. Los dueños de las
vacas le explicaban encantados las maravillas de sus ejemplares y agradecían su
interés por conocer el más mínimo detalle.
Al
final de una de estas jornadas en la feria con suerte conseguían reunir un real
de la época que aunque no era mucho la familia agradecía mucho.
De
tanto ver a su padre tocar el organillo al final también él aprendió. Tenía
buen oído y le gustaba la música. Así que generaba sus propias composiciones
con el pequeño organillo. Le hubiese encantado haber estudiado música pero por
las circunstancias ni si quiera se podía plantear esa posibilidad. Pero como
para el resto de las cosas que aprendió a lo largo de toda su vida fue un
auténtico autodidacta que sabía sacar partido a las oportunidades que se le
presentaban. Sabía lo importante que es tener interés y eso le sirvió para más
adelante formar parte de una banda de música.
Bien relatado ,espero el tercer capitulo.
ResponderEliminarEste segundo cápitulo también hasido muy entretenido , y ha sido más largo que el anterior , que creo que es una de tus mejoras .
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEstá bien narrado y me ha gustado como desarrollas su vida laborable en la ebanistería. También me ha dejado con intriga el final, seguiré la historia.
ResponderEliminarTiene muchos detalles y eso está genial ya que puedo introducirme en la historia desde la primera línea hasta la ultima, sigue así.
ResponderEliminarEs muy interesante todo lo que cuentas y estoy deseando que llegue ya el siguiente capítulo.
ResponderEliminarme esta encantando y me he enganchado a la historia desde el principio
ResponderEliminarMuy bien,interesante y has arreglado lo de los espacios sigue así.
ResponderEliminarMuy interesante y bien desarrollado, la parte de la ebanistería esta muy bien escrita.
ResponderEliminarLa historia sigue igual de interesante que en el anterior capítulo. Este capítulo ha sido más largo y has detallado más las cosas. Me ha encantado
ResponderEliminarEl capitulo ha sido igual o mejor que el anterior.Me ha encantado. Y la parte de los detalles como por ejemplo lo del mercado de las flores esta muy bien escrito. Sigue así.
ResponderEliminarwow, muy interesante lo del Titanic :0 uwu
ResponderEliminarComo el anterior capítulo me ha gustado mucho.Espero poder leer pronto el siguiente!
ResponderEliminarTus capítulos me encantan, quiero leer más.
ResponderEliminarEstá igual de interesante que el otro, has arreglado lo de los espacios, me doy cuenta de que se lee mucho mejor por los interlineados.
ResponderEliminarMuy buen texto, me encantó la parte final.
ResponderEliminarmuy entretenida como el primer capítulo. Bien arreglado lo de los espacios. Bien introducidos los diálogos, sigue así
ResponderEliminarestá genial, como el primer capítulo.
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